Un Hit Argentino en Internet

Millones de cibernautas escuchan su música por la red.

Estamos ante una ruptura generacional: un éxito sin rostro que eligió un método de creación, producción y difusión de la música distintos a lo que nos hemos acostumbrado. Héroes del mouse, es tiempo de revancha…

La revolución de la música popular no será televisada, sino transmitida via Internet a tu computadora. En un futuro no muy lejano, y por primera vez en la historia, tanto el músico como el oyente compartirán el mismo soporte tecnológico: uno y otro podrá quedarse en su cuarto a armar o escuchar una composicion, pantalla y mouse mediante. Un cuarto podría situarse en Tokio y el otro en Buenos Aires. Con lo cual, la secuencia composición-grabación-hit radial-video-publicidad-disquería, podría pasar a la historia.

Pero, ¿en qué formato se envasará la música, entonces? Por ahora, el más adecuado es el MP3. Se trata de una técnica de compresión de archivos que reduce diez veces el tamaño de la música convertida en data digital. Así, se pueden grabar discos que duren más de diez horas a disfrutarse en los reproductores de cd-rom, además de enviar y recibir canciones por Internet a alta velocidad. Hoy ya el tráfico negro de música en MP3 por el ciberespacio es descontrolado, lo cual pondría en jaque a la industria discográfica que todavía no encontró el arma eficaz para evitar tanta piratería.

Pero la cosa no termina ahí. Aquí y ahora, además de un Lucas TC y Daniel Melero, existen un “PC-jockey”, gente que pasa discos con una computadora cargada con instrumentos virtuales, como Bruno Aqum 23, un músico que hace aportes cibernéticos a una banda de rock (Ezequiel Araujo de El Otro Yo) y una página, buenosaliens.com, dedicada a unas jams electrónicas que se producen todos los miércoles a las 23. “Disco”, “disquería”, “casete”, “walkman”, “instrumento real”, “sala de ensayo”, “recital”, “escenario”: vayan archivándose en el latín del futuro Y esta es la historia del día. 1.800.000 chicos del mundo entero se “bajaron” al disco rígido de su compu el archivo ‘Need for Speed’, autoría de un Lucas TC. Su contenido era una composición del porteño Lucas Tirigall Casté, que había sido lanzado al ciberespacio en busca de respuestas. El medio de comunicación fue la Internet, claro, y el canal que abrió las puertas fue el desarrollo de la tecnología MP3, el último eslabón de la relación música y computadoras. De esta manera, el ahora ciberfamoso Lucas TC, tal como se autodenomina en la red irrumpe, súbitamente, como el músico electrónico nacional más popular del planeta. Nuestra primera estrella virtual.

Será por eso que en la página dedicada a Argentina del site MP3.com se disponen dos temas de Lucas TC como muestra y en la flamante versión de ‘Need for speed’ directamente escriben que “se trata de un remix del clásico” ¿¡Clásico!? Más: Un despacho reciente de la CNN sobre la cuestión MP3 decía que existen a disposición de cualquiera miles de archivos de clásicos como Beach Boys y otros. “Además de dar a conocer a artistas como Lucas de Buenos Aires, Argentina”, terminaba. Sí, eligieron como ejemplo su hit virtual entre más de 150.000 aspirantes. No es Lucas un advenedizo en esto de ser pionero en tecnologías. Ya a los 11 años , hacía sus primeros garabatos en las computadoras de su escuela municipal, y con un amigo habían diseñado una batería electrónica artesanal con planchas de aluminio y aglomerado conectadas a un joystick. A partir de entonces se acostumbró a pasar vatias horas por día frente a la pantalla, ya sea programando, creando, diseñando, contactándose con otros o haciendo música. “Es un vicio”, asume, “pero está bueno: es como un auto. Si lo usás para algo bueno o malo… depende de vos. Lo que hacen las computadoras es procesar cosas rápido; eso para mí es una ventaja. Además, no hay otra opción. Yo no sé qué haría si no tuviera una computadora”. Nuestro Lucas TC estuvo 4 meses al tope del ranking de mp3.com (con “Need for Speed”, su hit de electro-trance olímpico ideal para Fútbol de primera), y sólo cayó del más alto escalafón porque dividieron a los músicos en listas por países. En la lista Argentina tiene los primeros 5 puestos, contra otros 400 ciberpayadores que compiten sólo por la fama. Los amantes de la electrónica e Internet comienzan a consagrar a sus propios ídolos, esquivando las disquerías, los sellos discográficos, los viejos medios de comunicación y hasta las fronteras: hay un under digital que pide cancha, ‘y la revolución del MP3 no será televisada’, avisa Lucas desde su bunker de trabajo en Belgrano. “Estar frente a la pantalla escuchando música trance es una actividad que me desenchufa”, explica Lucas. “después de estar horas escuchando loops quedo hipnotizado: esa es la magia del loop. Te concentrás mucho en una sola cosa y no te disipás. Después de una sesión termino felizmente cansado”.

De día, Lucas trabaja haciendo programas televisión (oficio que aprendió trabajando para la productora Cuatro Cabezas), y de noche pertenece a la frecuencia disco de Costanera Norte. Sus dj’s preferidos son Hernan Cattaneo de acá, y Sasha, John Digweed y Deep Dish, de allá. Sus canciones son hipnóticas, épicas, siempre bailables, y fueron danzadas en boliches de Estados Unidos y Bélgica. Del rock dice: “no me gusta nada: ni la soberbia de los músicos ni el fanatismo del público. En el dance escuchás un montón de temas en una noche y te gusta o no te gusta y listo. No te importa quién lo hizo, cuándo lo hizo, cómo es el músico… nada. Y lo mismo pasa con mp3.com”. Así que no vengan a hablarle de estrellas llamadas Kurt Cobain o Charly García. Lucas preferirá alternar con bandas de sonidos de películas o música japonesa de ciencia ficción. Lucas TC no sólo hace música electrónica de alta vibración (como queda demostrado en Plug & Play, su compilado 1996-1999 quese consigue entrando a mp3.com/lucas), sino que también diseña, con alta precisión, sus propios videoclips en animación computada y su propia página web (Clubasic.com). “Me gustaría seguir haciendo música y videos, algún día también juegos y películas y, por qué no, un parque de diversiones futurístico”, juega con su destino Lucas. “Estamos viviendo la primera revolución del arte digital, que será el futuro. Es una revolución que va en un solo sentido. Hay que explotar a la tecnología como a una fuerza positiva. Todos los artistas multimedia tienen que tomar su parte en esta revolución digital, porque es una posición que va a favor del público. En una palabra: ¡hagan al MP3 legal!”, se queja Lucas. Todas las sucursales mundiales de los sellos internacionales tienen órdenes estrictas de no otorgar licencia alguna para poner a la venta canciones de sus artistas en formato MP3. Así que los mercados independientes o piratas son los únicos disponibles para esta tecnología. “Las compañías de discos le tienen miedo a esta nueva opción porque no está bajo su control”, opina Lucas. “Pero, de hecho, vivimos en un círculo vicioso, porque si ellos no adhieren al MP3, entonces los usuarios de MP3 no adhieren a sus normas. Necesitamos leyes internacionales y apoyo de las compañías, porque ya llegó el día en el que las canciones son de dominio digital.

Se terminó el cd.

Las grandes asociaciones involucradas están tratando de convencer a la masa de que el MP3 es algo ilegal y negativo, pero por suerte artistas como Beastie Boys, Public Enemy y Underworld apoyan al MP3.” Por eso, es necesaria una legalización de la distribución virtual (o bien dificultar la piratería poniendo pequeñas trabas al que quiera bajarse todo gratis), puesto que tal como están las cosas, ni los músicos cobran sus correspondientes derechos de autor por el enorme caudal de acordes que viaja en MP3. “Esto recién empieza”, anuncia Lucas. “Microsoft está por lanzar un nuevo formato que se hará universal, dos veces más rápido que el MP3, que se llama Media Player. Ya hay radios caseras e interactivas por internet, y llegará el turno del video y la televisión.” De todos los que escucharon a Lucas, sólo el 0,5% son argentinos, cosa lógica si tenemos en cuenta que mientras en Estados Unidos un tercio de la población usa internet, esa cifra aquí desciende hasta menos del 1%. “Las sucursales de dos grandes compañías del extranjero me ofrecieron un contrato por dos discos”, cuenta Lucas. “Estoy pensando si firmar con ellas o con un sello independiente. Además, estoy tratando de lanzar mi propio sello virtual, Clubasic Digital Recordings”. Mientras los aspirantes a músicos nacionales se desgarran las vestiduras para poder editar un disco, Lucas TC, sin usar más herramientas que unas computadoras, se convirtió en ilustre ciudadano del mundo.

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